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Las series y las películas

Parece una lucha a muerte entre los cines convencionales y la pantalla del cine en el hogar, pero se trata de algo más que eso. Desde que Netflix irrumpió como una contendiente de peso completo para capturar a los espectadores de cintas atractivas, insólitas y llenas de excelentes actores, se desató una guerra económica y comercial que sacudió a Hollywood y a las empresas más importantes del entretenimiento en la costa Oeste de Estados Unidos y en todo el mundo.

Las cifras más recientes presumidas por Netlix son impresionantes: tiene 130 millones de suscriptores, casi 15 mil millones de dólares de ingresos en los últimos 12 meses, y 23 premios Emmy en la bolsa por sus series. En ese terreno, está empatada con la compañía HBO.

Esa competencia inesperada -la de un servicio de Internet que se mete a hacer películas- ha movido a las grandes firmas cinematográficas a fortalecerse como monopolios. Disney compró la 20th Century Fox, y pronto podrá vender la emisión continua de cintas como Pantera Negra, Los Vengadores, Avatar y La Guerra de las Galaxias de manera directa, sin pasar por Netflix.

Por otro lado, la telefónica AT&T compró Time Warner y va a expandirse con HBO.

En términos contables, Netflix lleva la delantera, porque tiene un año de plazo fiscal para mostrar sus gastos. Son meses de ventaja sobre sus competidores, y por eso sus acciones se valoran a la par que las de sus rivales. En las pantallas -sean chicas o grandes- la danza de los billetes tiene giros exorbitantes; Disney tiene ganancias de 10 mil millones de dólares en un año, y Netflix gastará 18 mil millones de dólares en producción de nuevos contenidos. Ahí vendrán las nuevas temporadas de The Crown y Stranger Things.

En efecto, no se trata simplemente de una guerra entre las películas que se verán en casa o en los cines. Se trata de una actividad económica en expansión, el crecimiento potenciado de un sector que comprende productores, directores, guionistas, actores, editores, músicos, iluminadores, escenógrafos y un público cada vez más amplio. En términos económicos, un motor de California. Y en palabras globales, algo mucho más creativo y mucho menos desastroso que la carrera armamentista.

 

 

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