La revista Time tiene un artículo sobre uno de los hombres más longevos en Estados Unidos: Charlie White, quien falleció recientemente a la edad de 109 años. Nació en el lejano año de 1905, en una era donde la tecnología estaba en pañales en materia de comunicaciones. Y desde ese momento, Charlie puso todos sus empeños en conocer el mundo. Estudió medicina, se hizo anestesiólogo, recorrió los Estados Unidos en 1919 cuando no había carreteras, tocó el saxofón en el club donde Charlie Parker empezaba su carrera, y su aliado de aventuras fue un periodista que a la postre fue un íntimo amigo de Mao Tsé Tung.
A pesar de que su existencia estuvo siempre lanzada hacia la aventura, como cualquier otra vida también tuvo sus desventuras. Su padre murió en un accidente cuando él tenía 11 años, su primera esposa se suicidó, y le costó mucho trabajo tener una economía redituable, aunque al final de sus días gozaba de cierta bonanza.
Dicen los que lo conocieron que en los días finales hablaba con sus amigos de todas las edades para transmitirles que la vida es como un parque de diversiones, con momentos de sorpresa y de miedo, un mundo de maravillas donde uno termina rendido a final del día. Pero con una enseñanza muy valiosa: hay que saber cuáles son las cosas que uno puede controlar, y cuáles no puede. Si uno entiende esa máxima, se quitará de muchos problemas.