Con la manifestación tumultuosa de los estudiantes del Politécnico y el diálogo público del Secretario de Gobernación en un templete levantado en la calle de Bucareli, el movimiento estudiantil de 1968 pasó por fin su asignatura pendiente. Lejos de la matanza de Tlatelolco y la represión a las cabezas visibles del movimiento, las autoridades actuales -con el Secretario Osorio Chong a la cabeza- salieron a dialogar con los estudiantes y, para asombro de todos, cumplieron sus demandas.

Los estudiantes tenían razón, y las autoridades lo reconocieron. Como respuesta a sus peticiones, se suspendió el nuevo plan de estudios que pretendía tecnificar la enseñanza de la institución, y se aceptó la renuncia de su Directora. Todo bajo la promesa de que no habrá ningún tipo de represión a los estudiantes que participan en el movimiento.

La actitud de los estudiantes también ha sido ejemplar. En sus manifestaciones no hubo ningún tipo de vandalismo. Nada de vidrios rotos. Ningún grafiti en las bardas. Cero provocaciones o enfrentamientos con la policía. Con una actitud encomiable, los estudiantes prohibieron gritos y ofensas en su recorrido, y al terminar su marcha por las calles recogieron la basura que dejaron. Todo un ejemplo para los anarquistas o los llamados maestros de Michoacán, Guerrero y Oaxaca.