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Los césares

Algunos historiadores están comparando a Donald Trump con Nerón. En su nuevo libro titulado «Dinastía», el historiados británico Tom Holland afirma que existen paralelismos indiscutibles entre ambos personajes. Y no porque Trump pretenda incendiar a Washington mientras elabora sus ingeniosas frases de tweeter. Holland afirma que, al igual que Nerón, Trump encandiló a sus seguidores humillando a figuras poderosas, como Jeb Bush y Hillary Clinton. O desafiando a los poderes mediáticos emblemáticos de Estados Unidos, como la cadena CNN, la revista Time y el diario The New York Times.

«Siempre nos hemos interesado por Roma. Cada nueva generación se ha mirado en ese reflejo y también ha descubierto algo nuevo. En Roma medimos nuestra contemporaneidad», dice el historiador.

Otros analistas prefieren comparar a Trump con Calígula, otro de los emperadores romanos célebres por su comportamiento desquiciado. Y no les falta razón. Si bien Calígula pasó a la historia como el único emperador romano que nombró cónsul y senador a su caballo para demostrar que podía hacer cualquier cosa, Trump hizo una declaración igualmente desproporcionada, al declarar que «él podía asesinar a cualquiera en la Quinta Avenida de Nueva York, y la gente seguiría adorándolo.»

Pero las comparaciones entre los imperios tienen sus inconvenientes. Roma no tenía ni poderes políticos capaces de contener las demencias de sus emperadores, ni enemigos externos que pudiesen frenar sus deseos de expansión. Estados Unidos, por el contrario, tiene un sistema federalista donde el poder de los estados limita notablemente el poder central, y en el mundo tiene la rivalidad histórica de Rusia, el freno de la Unión Europea, y el ascenso de China como nueva potencia imperial.

En ese contexto, las similitudes entre el actual inquilino de la Casa Blanca y los césares más descabellados de la antigua Roma se reducen a ciertas frases inocuas y lamentables. Nerón y Calígula, en sus irrisorios devaneos imperiales, decían que ellos eran los verdaderos dioses. Trump, por su parte, sólo se cree en genio.

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