Los duques de Sussex son una de las parejas más famosas y acaudaladas del mundo. Sus bienes derivan directamente de su pertenencia a la Corona Británica, que fue el imperio que dominó al mundo a lo largo del siglo XIX, y que continúa manteniendo a sus nobles como si la historia no hubiese cambiado.
El dinero para mantener a los duques proviene de los ingresos del Ducado de Cornualles del Príncipe Carlos, que consiste en una vasta cartera de inversiones inmobiliarias y financieras que recaudó $28,2 millones de dólares americanos en 2019. Además, alrededor del 5% de los ingresos de los duques de Sussex provienen de una partida especial llamada la Subvención Soberana, un mecanismo a través del cual el gobierno entrega dinero a la Familia Real para cubrir los gastos de los deberes oficiales y del cuidado de los palacios reales. La Subvención Soberana se financia con las ganancias del Crown Estate, las propiedades inmobiliarias comerciales de la corona. Estas cifras no incluyen los costos de seguridad, que se cubren por separado.
Los príncipes William y Harry recibieron la mayor parte de la fortuna de $16,9 millones de dólares estadounidenses que dejó su madre, la princesa Diana. La consultora Wealth X estima que la fortuna de Harry es al menos de $25 millones de dólares. La fortuna personal de Meghan está calculada en cerca de US $5 millones, y se sabe que, durante su carrera como actriz, la duquesa de Sussex ganaba $50.000 dólares por capítulo de la serie Suits. También dirigió un blog de estilo de vida y diseñó su propia línea de moda para una marca canadiense.
De modo que, aún con la renuncia a los bienes que derivan de la pertenencia a la Corona Británica, la pareja no tendrá que sufrir para obtener recursos.
Pero eso sí: su decisión pone al descubierto la riqueza de un reinado lleno de boato y lujos que en la actualidad ya no sirve de mucho.