Hasta hace pocos años, se pensaba que las grandes empresas financieras gobernaban al mundo. Que movían capitales a su antojo, especulaban sin freno con el único fin de generar más ganancias, provocaban derrumbes de capitales y crisis de largo alcance, y que salían siempre ganando con sus maniobras.
Ahora hay un nuevo conjunto de empresas que han extendido sus dominios más allá de las fronteras y los gobiernos, y que desafían a las políticas y gobernantes que pretenden regularlas o ponerles cotos de acción. Son las empresas que dominan ese universo de reciente creación llamado Internet, el mundo digital, las nubes de información y las redes que son la pesadilla de los medios tradicionales de información. Se llaman Google, Amazon, Microsoft, Apple y Facebook.
El poder de esas firmas es tan grande, que muchos gobiernos se debaten para combatirlas y reducir su esfera de acción. La naturaleza de estas batallas varía según la empresa y la región, incluyendo las restricciones al Internet en China, las investigaciones fiscales y antimonopolio contra Apple y Google en Europa, y las críticas generalizadas e incoherentes por parte de Trump contra los empresas que nacieron en Silicon Valley.
En el año que ahora se inicia, las firmas más importantes de Internet serán más grandes que nunca. Ya conforman la mitad de las diez empresas más valiosas del mundo a partir de su valor en la bolsa. Su riqueza proviene del control de esa infraestructura digital sobre la que descansa el resto de la economía: celulares, redes sociales, internet, la nube, tiendas y logística, así como el poder de información y computación que se requiere para una gran cantidad de actividades. Además, estas empresas han creado industrias que van más allá de su propia tecnología, como los autos, la atención médica, las ventas al menudeo, el transporte, el entretenimiento y las finanzas.
Además de la preocupación de los gobiernos, otros sectores ven disminuir sus ganancias de manera alarmante a manos de esas empresas. Por ejemplo, los escritores, los músicos y cantantes, que ven cómo el valor de sus productos se esfuma cuando -viejo sueño- se ponen al alcance de millones de consumidores.
Nadie esperaba este tipo de globalización. Gracias a Facebook, Apple, Amazon, Microsoft y Google, el mundo es cada vez más pequeño, y todo parece estar al alcance.