No es ninguna novedad. La pandemia del Covid tomó por sorpresa a muchos científicos. Millones se pasmaron. En todo el mundo, la respuesta a la pandemia fue tardía, lenta e insuficiente. Pero no pasó mucho tiempo sin que los laboratorios y decenas de miles de científicos se dieran a la tarea de producir una vacuna contra la pandemia. A principios de 2020, algunos laboratorios eligieron técnicas ya probadas, como la elaboración de vacunas con virus inactivados. Otros utilizaron un método más arriesgado, mediante el uso de una molécula genética llamada ARN.
La apuesta de éstos últimos dio resultado. Las primeras dos vacunas que tuvieron éxito en los ensayos clínicos -elaboradas por las firmas Pfizer-BIONTech y por Moderna-, fueron con moléculas de ARN, y obtuvieron un alto porcentaje de eficiencia.
A lo largo del año, esas dos vacunas han brindado protección a decenas de millones de personas en cerca de 90 países. aproximadamente. Pero muchas naciones, que incluyen a varias con un número cada vez mayor de fallecimientos, no han tenido acceso a ellas debido, en buena medida, a que las vacunas tienen que guardarse a muy bajas temperaturas.
Ahora, una tercera vacuna de ARN podría ayudar a satisfacer la demanda global. Una pequeña empresa alemana llamada CureVac está a punto de anunciar los resultados de la última fase de su ensayo clínico. Tal vez muy pronto el mundo sabrá si su vacuna es segura y eficaz.
La vacuna de CureVac pertenece a lo que muchos científicos llaman la segunda ola de vacunas contra el COVID-19, la cual, señalan, podría satisfacer la demanda mundial. Y este esfuerzo no está solo. Se espera que, en las próximas semanas, una empresa llamada Novavax -con sede en Maryland- cuya vacuna usa las proteínas del coronavirus, solicite su autorización en Estados Unidos. En la India, la empresa farmacéutica Biological E está probando una vacuna basada en proteínas, que fue desarrollada por científicos en Texas. Finalmente, varios investigadores en Brasil, México, Tailandia y Vietnam están iniciando los ensayos de una vacuna contra el COVID-19 que puede producirse de manera masiva en los huevos de gallina.
La ciencia, al igual que lo ha hecho con muchas otras enfermedades, está poniendo todo de su parte para acudir al rescate de la humanidad.