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Los ricos aprovechan los programas para pobres

En muchos de sus discursos incendiarios, Donald Trump ha dicho que determinadas zonas de algunas ciudades, así como ciudades enteras, son espacios deteriorados, nidos de ratones mordidos por la corrupción y la violencia. A eso se refiere, sobre todo, cuando habla de los barrios negros gobernados por alcaldes negros o que tienen congresistas negros. Baltimore, por ejemplo. Sin ningún asomo de vergüenza, Trump dijo que era “un desastre asqueroso, infestado de ratas y roedores.”

Pero ahí está también la otra cara de la moneda. Como presidente, Trump tiene que llevar a cabo planes de restauración de las áreas dañadas por los eventos naturales, y tratar de ayudar con recursos a las zonas empobrecidas de la nación. Por eso ha lanzado un programa denominado Zonas de Oportunidad, que libera de tasas impositivas a los inversionistas que supuestamente arriesgan su dinero para ayudar a las áreas de menores ingresos. Y eso ha desatado una marea de desarrolladores de bienes raíces, todos dispuestos a invertir cuantiosas cantidades en zonas pobres, con el evidente fin de ganar mucho más dinero del que ya tienen.

Entre esa corriente de inversionistas se encuentra Chris Christie, el viejo gobernador de Nueva Jersey; Richard LeFrak, el conocido empresario de inmuebles que ha sido muy cercano a Trump desde sus tiempos de amistad ligada a las inversiones; Anthony Scaramucci, el director de comunicación de la Casa Blanca que fue cesado por sus comentarios vulgares contra varias asesoras de la presidencia, y por supuesto Jared Kushner, el yerno que aconseja a Trump en temas de finanzas nacionales y política internacional.

El propósito del plan se presenta lleno de filantropía. Se trata de inyectarle recursos a los barrios pobres de las ciudades, creando nuevos hogares, pequeñas empresas y empleos. Pero el fondo enmascarado es el de atraer capitales postergando el pago correspondiente de impuestos durante años. Amparados en este sistema, el flujo de inversiones desarrolla hoteles y oficinas de moderado lujo, complejos departamentales, almacenes y pequeños negocios. O grandes, también. Excéntricos, por supuesto. Un complejo residencial en New Rochelle, N.Y., contará con un estudio de yoga y un spa para las mascotas de los residentes. Todo al más puro estilo de Trump.

(Información de The New York Times)

 

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