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Magnicidio fallido

En el evento político más dramático de los últimos tiempos en Argentina, un hombre se abrió paso entre una multitud hacia la vicepresidenta del país Cristina Fernández de Kirchner -en la fotografía-, apuntó su arma a unos centímetros de su rostro y jaló el gatillo. Por un giro afortunado de la suerte, el arma no se disparó. 

Horas después, en un sombrío mensaje a la nación, Alberto Fernández, presidente del país, dijo que el atentado era uno de los eventos más graves de la historia de la Argentina. Al día siguiente, miles de personas marcharon para pedir un alto a la violencia política. Durante un momento, parecía que el intento fallido de magnicidio podría unir a una nación polarizada.

Pero el desarrollo de los acontecimientos ha confundido a la opinión pública. Al menos tres personas, incluida la novia del hombre armado, han sido detenidas con relación al ataque.

Un número considerable de argentinos ahora parecen inclinarse a creer que la vida de Fernández de Kirchner nunca estuvo en peligro. Más bien, muchos insinúan que el intento de asesinato fue una farsa muy elaborada.

En los días posteriores al ataque, al menos dos quintas partes de las publicaciones en las redes sociales sobre Fernández de Kirchner expresaban dudas sobre el intento de asesinato.

En cuanto al atentado hay un sospechoso claro. Ese hecho en sí mismo, en teoría, bastaría para limitar las teorías de la conspiración. Pero el hombre acusado de intentar matar a la vicepresidenta, Fernando Andre Sabag Montiel, no ha querido cooperar con los investigadores. Y luego la policía borró la mayor parte de lo que contenía su celular.

Los agentes de la ley intentaron adivinar demasiadas veces el código de ingreso al teléfono, lo que ocasionó que se borrara la memoria, según varios informes noticiosos. Esto complicaría la capacidad de las autoridades para resolver el caso y azuzó las teorías de la conspiración.

El hombre de 35 años acusado de intentar matar a Fernández de Kirchner, que en internet había mostrado simpatía hacia la ultraderecha, sigue en custodia de la policía. Su novia, de 23 años, y al menos otra persona también han sido arrestados.

La claridad en este asunto tiene que acabar con las especulaciones y devolver la confianza en el gobierno a la opinión pública.

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