A diferencia de lo que sucedió en la administración de Vicente Fox, cuando el proyecto de un nuevo aeropuerto terminó con un desfile de machetes de los comuneros de Atenco en la Ciudad de México, el anuncio de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México realizado ayer por el Presidente Peña Nieto ha recibido el aplauso unánime del público y aún de los críticos.

México se va a ubicar como uno de los destinos más favorecidos del mundo por la modernidad de su aeropuerto. La maqueta de su proyecto es deslumbrante, y la combinación de creatividad entre los arquitectos Norman Foster y Feranando Romero promete ser una obra que abrirá las puertas del país a un futuro inédito, con un caudal de inversiones y turismo de diferente cuño.

Con este proyecto, México salta a las grandes ligas en materia de aeropuertos. Si bien el megalómano aeropuerto de Heathrow en Londres tiene con sus 72 millones de pasajeros registrados en 2012 una meta muy difícil de superar, los 50 millones planeados para el nuevo coloso de México son una población que puede acrecentarse si el país se desarrolla al ritmo que todos queremos.

El aeropuerto de Beijing, que aparece en la foto adjunta, dio cabida a 55 millones de pasajeros en 2008, año de los Juegos Olímpicos en la capital de China. El aeropuerto tiene perfiles impresionantes. Y su arquitecto, por cierto, es Norman Foster.