El Congreso de la Unión decidió coordinarse con el gobierno federal y algunos gobiernos estatales para cambiarle el nombre a 13 escuelas que se llaman Victoriano Huerta, el hombre que traiciono a Francisco Madero y mandó asesinar a Belisario Domínguez. Nueve de esas escuelas están en Chiapas -en comunidades indígenas-, dos en Jalisco, una en Yucatán y otra es una telesecundaria en Veracruz.
Sería interesante saber el por qué llevan ese nombre. Seguramente por ignorancia. O porque alguien lo leyó en algún libro de historia.
Existe un cúmulo de personajes polémicos en la historia universal y en la de México, que cuando se proponen como nombres de calles o instituciones avivan la polémica sobre sus vicios y beneficios. Porfirio Díaz, por ejemplo, el dictador que modernizó al país con los ferrocarriles. O Hernán Cortés, para irnos más lejos. Pero hay otros a los que una búsqueda minuciosa no les encuentra nada de bueno. Calígula y Adolfo Hitler, para poner dos ejemplos universales.
A Victoriano Huerta no se le conocen virtudes. Es cierto que tenemos que conocer el mal para combatirlo, pero no para ponerlo de ejemplo.