La justicia es uno de los terrenos más pantanosos de la política y la vida social en México. Si consideramos, como dijo Federico Reyes Heroles, que el 97% de los delitos quedan impunes, veremos que en México la justicia simplemente no existe. Lo que va al alza es la delincuencia, la impunidad y la desvergüenza. Por eso, casi a diario, nos enteramos que determinados secuestradores alcanzaron la libertad por falta de pruebas o por estar inmersos en casos que no llevaron el debido proceso.
Pero hay algo más. Existe en el poder judicial un fenómeno que ayuda notablemente a la impunidad y la corrupción: el nepotismo de los jueces. Según Alejandro Martí, presidente de México SOS, varios grupos de jueces en diferentes estados realizan todo tipo de maniobras para que sus hijos, sobrinos y parientes pasen a formar parte del poder judicial. El presidente del Supremo Tribunal de Justicia de San Luis Potosí, por ejemplo, incorporó a su hija al poder judicial como subsecretaria administrativa, a pesar de la incapacidad y falta de experiencia de la pequeña. Ella resultó seleccionada entre más de 200 aspirantes al cargo.
Martí señala otros casos de hijos de jueces que llegan jubilosos a cargos menores dentro del poder judicial, y que de ahí empiezan una carrera ascendente apadrinados por sus propios padres. En términos generales, para vergüenza del país entero, el nepotismo y la corrupción erosionan a las 700 órganos jurisdiccionales del poder judicial, sin que los jueces tengan la más lejana idea de hacer justicia en su propia casa.
¿Y las víctimas de los delitos? Bueno, no todo el mundo tiene un juez como padre.