Salir de casa y embarcarse en una migración hacia Estados Unidos es, algunas veces, una migración hacia la nada. Un camino sin rumbo, lleno de peligros. En ocasiones, se trata de una migración hacia la muerte.
La Patrulla Fronteriza del sector San Diego informó ayer que en diez meses ha rescatado a unos cinco mil indocumentados que han estado “perdidos, en peligro o abandonados por los contrabandistas o coyotes o polleros.» Según los cálculos de la patrulla, su equipo de búsqueda y rescate salva la vida a 16 personas cada día, en promedio, muchas veces mediante una “división de operaciones con el extranjero” que mantiene contacto con las autoridades de la vecina ciudad de Tijuana en Baja California.
La patrulla declaró que el martes pasado su división de operaciones con el extranjero recibió de Tijuana un reporte de una mujer que había llamado al número telefónico de emergencias, 911, para informar que había sido abandonada después de cruzar la frontera y estaba perdida en las montañas de Otay, al este de San Diego.
Los patrulleros de otra división, que se dedica a rescates, localizaron a la mujer -a quien le era imposible caminar- y tuvieron que esperar hasta el miércoles para extraerla de las montañas con ayuda de un helicóptero de la misma agencia.
El Cártel del Noreste lleva a los migrantes a sus llamadas casas de seguridad, que son escondites o vehículos robados, y los deja abandonados al calor del desierto, sin agua ni alimentos. Algunos choferes dicen que pagan 500 dólares a los jóvenes que saben conducir y se arriesgan a manejar los camiones llenos de migrantes.