Arribar a Miami ha sido la consigna de millones de cubanos desde hace décadas. Cuando llegó a la isla la revolución de Fidel Castro, los cubanos se embarcaban en balsas que apenas flotaban para llegar a la Florida, tierra libre, península del sueño americano.
En Cuba el socialismo ha estado muy lejos de proveer a la población de bienestar y progreso. Cada vez resulta más difícil conseguir medicinas y alimentos. Y mientras la situación económica y política en Cuba se vuelve más desesperada, los migrantes cubanos están llegando a Estados Unidos en el mayor número visto en cuatro décadas. Según altos funcionarios estadounidenses, se espera que este año lleguen cerca de 150.000.
Quedarse en La Habana sigue siendo vivir en un régimen de terror. Más de 1,000 personas, en su mayoría manifestantes pacíficos o transeúntes, fueron detenidas en las protestas del mes de julio pasado, según informaron organizaciones de derechos cubanas. Los agentes impidieron que las personas protestaran o informaran sobre las protestas, detuvieron a críticos y periodistas mientras se dirigían a manifestaciones o limitaron su posibilidad de salir de sus casas. Muchos estuvieron incomunicados durante días o semanas, fueron arrestados con violencia o golpeados, y recibieron maltratos durante la detención.
Por eso ahora los migrantes llegan en números récord, pero esta vez a pie. Con la ayuda de Nicaragua, que a finales del año pasado eliminó la exigencia de visa para los cubanos, los migrantes han obtenido un punto de apoyo en Centroamérica para viajar por tierra a través de México hasta Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses han acusado a Daniel Ortega, el presidente autoritario de Nicaragua, de promulgar esta política para presionar a Estados Unidos con el fin de que retire las sanciones económicas a su país.
En esta zona, como se observa, poco ha cambiado desde la guerra fría.