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Narco superstar

¿Qué es México a los ojos del mundo? Ni duda cabe: es la capital del narcotráfico. Un país donde los capos dominan extensos territorios, sobornan a los gobernantes, son dueños de armamentos muy sofisticados, tienen un séquito de hermosas mujeres, gozan de la protección de sicarios implacables a su alrededor, viven en mansiones suntuosas como los jeques árabes, se codean con los multimillonarios en las revistas de análisis económicos.

A la construcción de ese estereotipo han colaborado, por supuesto, la corrupción y la impunidad que prevalecen el país. Pero ahora también, en primera línea, los actores y actrices más frívolos de Hollywood, la firma Netflix, las series predecesoras sobre las veleidades del narcotráfico, los juicios verdaderos de los capos con sus testigos de lujo, las inculpaciones sorpresivas a los políticos y el tedio que abraza cotidianamente al respetable público.

Pero ese público es muy diverso. Entre esa montaña de espectadores ávidos de historias extravagantes, sentado en la sala de las audiencias de la Corte de Brooklyn en el juicio del Chapo Guzmán, se encontraba Eric Newman, el productor ejecutivo de la serie Narcos: México, de Netflix. Muy cerca de su asiento estaba Lucero Guadalupe Sánchez, la diputada local que se enamoró del líder del Cartel de Sinaloa. Para Newman, aquello era un regalo. Toda una puesta en escena. En el juicio también hizo su aparición Alejandro Edda, el actor de reparto que le da vida al Chapo en la serie en la que Diego Luna protagoniza al llamado «Jefe de jefes», Miguel Ángel Félix Valdés. El actor avanzó sobre el pasillo central con timidez, y cuando su abogado le dijo al Chapo que acababa de llegar el actor que lo representó en la serie, el Chapo volteó a verlo y le dedicó su mejor sonrisa. Luego, como si se tratara de un encuentro de caballeros, el actor declaró que «No le devolví la sonrisa. Simplemente, después fui a presentarle mis respetos.»

¿Presentarle respetos a un narcotraficante? Si. En eso se parecen los actores que han girado alrededor del Chapo, desde Alejandro Edda hasta Kate del Castillo. En el fondo, se trata de un culto al poder. No importa que sea el poder de matar, el placer ante el dolor ajeno y la idolatría primitiva al dinero. México es la capital de todo eso. En una tierra sin ley, el narco es el rey.

 

 

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