El triunfo de David Cameron en las elecciones del Reino Unido fue avasallador. Las últimas encuestas realizadas habían pronosticado un empate técnico con su rival Ed Miliban del Partido Laborista, pero los resultados arrojaron un triunfo aplastante del Partido Conservador, en el que Cameron no solo aplastó a su rival en la votación, sino que también obtuvo la mayoría de los asientos en la Cámara de los Comunes y podrá formar gobierno sin problemas. Los loboristas quedaron a un centenar de escaños de sus rivales, para completar la debacle.
El panorama se ha aclarado para los conservadores, pero se ha empañado para el resto de Europa. Porque para nadie es un secreto que el Partido Conservador va a continuar con su tendencia de aislar a la Gran Bretaña del resto de Europa, fortalecer a la libra esterlina y dejar al euro como moneda de un continente ajeno.
Los sueños integracionistas del resto de los europeos se esfumaron con los sueños políticos de los laboristas.