Más de tres mil migrantes se reunirán en Washington el próximo sábado 14 de enero para decirle al nuevo presidente: «nosotros nos quedamos». Pero claro, lo hacen con temor. O precaución, para ser más exactos. Muchos de esos migrantes no irán a la marcha convocada para el 21 de enero, un día después de la toma de protesta de Donald Trump. Ésta última será masiva. Y representará el primer reto para un hombre que suele responder de inmediato a las manifestaciones en su contra. Por lo menos en su twitter.
Los de la marcha del 14 de enero prefieren marchar durante los últimos días de la presidencia de Barack Obama. «Es una fecha que sentimos segura para movilizar a la gente en Washington», dicen los organizadores. No serán muchos, pero serán los representantes de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos. Dicen que después de la toma de posesión de Trump, «esperan lo peor».
El nuevo presidente ha declarado que va a sacar del país a 3 millones de indocumentados, para empezar. Aquéllos que tengan antecedentes penales, sobre todo. Pero no ha dicho cómo piensa hacerlo. Ir de casa en casa en busca de indocumentados, como lo hacían los nazis con los judíos, parece difícil. Pero no imposible.
Los migrantes, por su parte, afirman que planean acciones inmediatas en 50 ciudades para aquellos que no viajen a Washington. «Se ha organizado la resistencia», subrayan.