Si para los gobiernos resulta difícil pronunciarse a favor o en contra de las partes en los conflictos bélicos, para las iglesias esos pronunciamientos se convierten en dilemas políticos, territoriales y religiosos. Un pronunciamiento de la iglesia es una cuestión de fe. Por eso prevalece la cautela.
Pero aún la cautela tiene límites. Por eso la Iglesia ortodoxa ucraniana, hasta ahora afiliada a Moscú, anunció el pasado viernes la ruptura de sus lazos con Rusia debido a la invasión de Ucrania, declarando «plena independencia» en un histórica decisión contra las autoridades religiosas rusas.
«No estamos de acuerdo con la posición del patriarca Kirill de Moscú… sobre la guerra», dijo la Iglesia en un comunicado, tras un concilio dedicado a la «agresión» de Rusia contra Ucrania, donde se declaró la «plena independencia y autonomía de la Iglesia ortodoxa ucraniana».
El patriarca ruso Kirill ha expresado un claro apoyo a la ofensiva en Ucrania.
El consejo condena la guerra como una violación del mandamiento de Dios ‘No matarás’ y expresa sus condolencias a todos los que han sufrido en la guerra», dijo.
Sus relaciones con los dirigentes de Moscú habían sido «complicadas o inexistentes» desde que se declaró la ley marcial en Ucrania, añadió.
El consejo también pidió tanto a Ucrania como Rusia «seguir con el proceso de negociación» y buscar una manera de «parar el derramamiento de sangre».
La Iglesia ortodoxa rusa dijo que «no había recibido una declaración oficial de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana» y que no podía hacer comentarios, según escribió el portavoz Vladimir Legoida en Telegram. Legoida aseguró que la Iglesia ortodoxa ucraniana se encontraba en «una posición muy difícil y bajo muchas presiones: de las autoridades, de los complotistas, de las personas de mentalidad nacionalista… y de los medios de comunicación», acusando a «fuerzas externas de intentar destruir la unidad de la Iglesia ortodoxa rusa».
Ucrania ha estado bajo el liderazgo espiritual de Moscú durante cientos de años, desde al menos el siglo XVII. El anuncio marca el segundo cisma ortodoxo en Ucrania en los últimos años, ya que parte de la iglesia ortodoxa ucraniana se separó de Moscú en 2019 por la anexión rusa de Crimea y el apoyo proporcionado a los separatistas prorrusos en el este del país.
La invasión de Putin y el apoyo de Kirill a la misma habían colocado a la iglesia respaldada por Moscú en Ucrania en una posición cada vez más delicada. Cientos de sus sacerdotes firmaron en las últimas semanas una carta pidiendo que Kirill se enfrente a un tribunal religioso por la guerra. El metropolitano Onufriy, líder de la iglesia ortodoxa en Ucrania, no se ha pronunciado personalmente contra su jefe en Moscú. Pero desde la invasión ha expresado un claro apoyo al ejército ucraniano, dando regularmente sermones sobre sus soldados caídos.
A principios de la guerra, también, propuso realizar una procesión de Pascua hacia la ciudad portuaria de Mariúpol, en el sur, para rescatar a los soldados ucranianos atrapados en la acería de Azovstal.
Las parroquias de la iglesia respaldada por Moscú también han servido de refugio contra los bombardeos rusos. No está claro si sus clérigos se unirán a los que se separaron en 2019, que ahora juran lealtad al patriarca Bartolomé de Estambul.
Ucrania es clave para la Iglesia ortodoxa rusa, ya que allí se encuentran algunos de sus monasterios más importantes.
Fotografía: Monasterio de las Cuevas de Kiev