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Piratas secuestrados

El ataque cibernético mundialmente conocido como WannaCry (Quiere llorar) ha cobrado nuevas víctimas. Además de los hospitales ingleses, el Ministerio del Interior de Rusia, las firmas automotrices establecidas en Francia, las universidades chinas, la telefonía española y los ferrocarriles de Japón, el virus que secuestra información se ha metido a los estudios de Disney y ha encriptado una de sus películas próximas al estreno. Bob Iger, el presidente de la firma, reveló a la ABC que los delincuentes pidieron una fuerte suma de dinero para devolver la cinta, y que de lo contrario sacarían a la luz 5 minutos de la película, para exhibirla de manera gratuita. Si ni con esta revelación se pagaba el rescate, los piratas revelarían otros 20 minutos, y al final mostrarían la película entera. Iger afirmó que no pagarían ninguna suma, y que la Disney ya está trabajando con las autoridades federales para resolver el problema. Lo más probable, entonces, es que la película salga a la luz de manera gratuita, y que la Disney pierda todos los millones de dólares que costó la producción de la cinta.

Aunque Iger no reveló el nombre de la película, el estreno más próximo de Disney es Pirates of the Caribbean: Death men tell no tales, que se tradujo como Piratas del Caribe. La venganza de Salazar. Es parte de una saga muy conocida protagonizada por Johnny Depp, Geoffrey Rush y Javier Barden.

No es el primer caso en el que los piratas cibernéticos piden un rescate por una película o serie televisiva. Hace unas semanas Netflix se vio acosada por los delincuentes, y el capítulo más reciente de su serie Orange is the new black fue filtrada al público antes de su formal estreno. Supuestamente, porque no llegó el pago de rescate.

Hasta el momento, se sabe que WannaCry ha infectado a más de 300 mil computadoras en más de 100 países, y el mundo entero está sumido en el desconcierto. Unos y otros se arrojan la culpa enardecidos. Brad Smith, el abogado de Microsoft, culpó a los usuarios por no actualizar sus sistemas de Windows y dejar sus equipos vulnerables a los ataques. También culpó a las agencias de seguridad de los gobiernos, que son las instancias que se meten a espiar a los ciudadanos por motivos políticos. Y ahora los medios de comunicación en Estados Unidos están culpando al gobierno de Corea del Norte, aprovechando la ocasión para arrojar más leña al fuego bélico.

Es probable que todo sea un juego de niños. Muchos jóvenes en Estados Unidos se han doctorado como hackers de altos vuelos, y ello explicaría los bajos montos de los rescates pedidos. Para cada uno de los usuarios, lo que se pide son 300 dólares para liberar la información. Es una suma ridícula, y casi nadie la paga. Hasta ayer, las cuentas de bitcoins vinculadas a los secuestros habían recibido menos de 62 mil dólares.

Todo parece una novela de ciencia ficción. Una mala novela, por cierto. Aquí no hay épica en la piratería. No está Lorencillo, ni Morgan, ni Francis Drake. Todo se hace únicamente por dinero, y los incautos pierden toda su información almacenada en pantallas. Nada loable.

Pero si los piratas apuntan más alto, esto puede convertirse en tragedia.

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