En China, el país más poblado del mundo, se están aplicando métodos anticonceptivos a las mujeres. Pero no se trata de implantar una planificación demográfica para todo el país, derivada de una política de distribución de la población y sus recursos. Tampoco esos métodos anticonceptivos se aplican a todas la mujeres. Se trata, en esencia, de reducir a la población musulmana que vive en la región de Sinkiang, una vasta zona donde habitan los Uigures, una minoría étnica que habita desde hace siglos en esa zona noroccidental de China.
Eso forma parte de una vasta campaña del Partido Comunista para el rediseño social del país, empeñada en eliminar cualquier supuesto obstáculo para su gobierno; en este caso, la existencia de etnias con culturas propias, que implican un leguaje y una religión diferentes y apartadas de la ideología del Partido Comunista Chino. En los últimos años, el partido, encabezado por su dirigente, Xi Jinping, se ha dado a la tarea de someter con mucha fuerza en Sinkiang a los uigures y a otras minorías de Asia Central. Para lograrlo, ha internado a cientos de miles de ellos en campos de reclusión y prisiones. La región se encuentra bajo una estricta vigilancia; sus residentes han sido enviados a trabajar en fábricas del Estado, y sus niños han sido puestos en internados vigilados por las autoridades. (ver fotografía)
El gobierno ha dicho que las recientes disminuciones en las tasas de natalidad de esa región resultaron de la aplicación rigurosa de las antiguas restricciones de natalidad por parte de las autoridades. Pero lo cierto ha sido que las políticas de aliento a la natalidad se están aplicando en todo el país, excepto en la región de los Uigures. Es como una limpieza étnica.