La frontera de Tijuana con Estados Unidos se ha internacionalizado. Ya no son solo mexicanos los que intentan cruzar hacia el norte. Ahora también son haitianos y africanos -que provienen básicamente de Guinea Bissau, Angola y el Congo- los que buscan llegar al país de las oportunidades. Los nuevos migrantes buscan asilo. Los de Haití son damnificados del terremoto de 2010, que no han hallado protección desde entonces. Los de Guinea Bissau huyen de los enfrentamientos con la otra Guinea -la República de Guinea-, su hermana histórica. Los de Angola y el Congo escapan de la guerra y la miseria.
Todos ellos llegaron a Tijuana después de sortear a las policías de Perú, Colombia, Nicaragua y Guatemala, que los extorsionaban al pasar por sus respectivos países. Y al llegar a la garita de San Ysidro se dieron cuenta que la competencia era muy ruda, porque ese paso fronterizo está copado por los migrantes que llegan de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Zacatecas.
Las estancias de las organizaciones sociales de apoyo a los migrantes calculan que han arribado a sus puertas cerca de 8 mil migrantes extranjeros en los últimos cuatro meses. En las últimas semanas llegan aproximadamente 150 migrantes al día.
El Secretario de Salud de México, José Narro, señaló en la Semana Binacional de Salud que la migración es un hecho irreversible en un mundo interconectado, y que los migrantes facilitan desde siempre el intercambio entre las sociedades.
Pero no todos piensan así. Estados Unidos ha negado el asilo a centenas de los recién llegados. Por eso ahora Tijuana se asemeja a las ilustraciones del éxodo bíblico, donde confluían las migraciones de diferentes pueblos y razas. La crisis se ha globalizado.