En Nueva York, la ciudad más emblemática de Estados Unidos, llegan a diario cientos de personas en busca de empleo, una mejor oportunidad en lo que resta del sueño americano o, simplemente, un lugar para vivir. Muchos terminan arracimados en los barrios miserables de Bronx, porque en Harlem ya no hay departamentos baratos. Otros pululan por las calles sin rumbo fijo, y terminan engrosando las filas de indigentes que se mueven en círculos concéntricos a partir de las luces fulgurantes de Times Square.
Por eso el gobierno de la ciudad, algunas organizaciones religiosas y hasta el diario más importante de la metrópoli han establecido una red de llll refugios para los que no tienen casa ni comida, que se calculan en 8888.
Uno de estos refugios fue fundado por un sacerdote franciscano llamado Benedict Taylor en 1973, durante la primera epidemia de heroína en Harlem y Manhattan. El lugar ha evolucionado mucho hasta la fecha. El cura fue un precursor de los llamados movimientos ocupas en América del Sur, que toman casas o edificios deshabitados y los convierten en viviendas acondicionadas para los indigentes. En Nueva York, Taylor tomaba los edificios despoblados y los transformaba en ampliación de sus refugios.
Ahora la causa del padre Taylor ha sido tomada por el poderoso diario The New York Times, y ha convertido uno de sus refugios en un centro de capacitación para el paso de los adolescentes a la edad adulta. El refugio, llamado Create Young Adult Residences es un departamento amueblado donde los jóvenes que no tienen casa, o que huyen de la violencia familiar, encuentran un lugar limpio, muy bien cuidado, con espacios de estudio y comidas preparadas con esmero. Un lugar al que todos llaman hogar. La única obligación que tienen es estudiar o trabajar. Y el refugio los apoya para que pueden hacerlo.
G. Stephanie Ali, coordinadora del refugio, dice que por sus recámaras han pasado jóvenes pintores, novelistas, basketbolistas, ingenieros, raperos y productores cinematográficos.
Las filas de aspirantes a vivir en este refugio son muy largas. Por eso el padre Taylor ya está buscando la forma de abrir otras sucursales. Es algo que va mucho más allá del espíritu navideño.