En México los salarios son un secreto. Aunque los sueldos de los funcionarios públicos están a la vista en las páginas de transparencia, los ingresos del sector privado son tan privados como su nombre lo indica. Nadie los sabe. Ni tiene por qué saberlos, dicen. Si tomamos por ejemplo empresas como Telmex o Telcel, del poderoso Carlos Slim, no hay manera de conocer los sueldos de sus altos ejecutivos. Ni de los bajos. Podemos saber los de los vendedores, telefonistas, supervisores o cajeros, pero nunca los de los capitanes de las empresas. Y eso sucede con todas las firmas, sean nacionales o extranjeras.
Hay personalidades que laboran en empresas privadas pero que cumplen funciones púbicas. Por ejemplo, los periodistas llamados «líderes de opinión». Los López Dóriga, los Loret de Mola, los Alatorre, los Sarmiento. ¿Cuánto gana Joaquín López Dóriga o Denise Maerker por ser los conductores de noticieros estrellas? Eso ni se pregunta. Seguramente nos quedaríamos sorprendidos con las cifras.
En otras partes del planeta esto no sucede. En Noruega los salarios no son ningún secreto. Tradicionalmente, los salarios se anotaban en libros que se podían consultar públicamente en las bibliotecas. Y desde el arribo del Internet, todos los salarios se mostraron en línea. Se pueden consultar, inclusive, en las páginas de Facebook de los usuarios. Esto es así porque Noruega es un país democrático, donde los ciudadanos son pocos, la brecha entre pobres y ricos es muy reducida, el país tiene un sistema tributario confiable y los impuestos se distribuyen en beneficio de la población.
El sector que percibe los más altos salarios en Noruega obtiene mensualmente 70 mil coronas -la moneda oficial-, que equivalen a poco más de 140 mil pesos mexicanos. Algo parecido al salario de algunos altos funcionarios en México. Pero los que menos ganan obtienen en promedio 20 mil coronas mensuales, que equivalen aproximadamente a 40 mil pesos cada mes. Una cifra muy superior al salario mínimo mexicano, que se ubica un poco por encima de los 2 mil pesos.
Con estas cifras gruesas, lo que salta a la vista es que en Noruega la relación entre los que más ganan y los que menos ganan es de 3.5 salarios. En México, por decir lo menos, es un abismo de 70 salarios. Aunque sabemos que es mucho más.
A pesar de su transparencia en materia de salarios, las autoridades fiscales de Noruega han puesto un cierto límite a la exposición pública de los salarios. Desde hace tres años, para hacer búsquedas de las percepciones en los registros públicos es necesario identificarse, y los indagadores quedan expuestos a que se sepan sus nombres. Se acabó el anonimato de las investigaciones. Con esa medida, las búsquedas cayeron estrepitosamente. ¿Y cuál fue el motivo de que las autoridades hayan restringido con esa tímida medida el conocimiento de los salarios? Dijeron que las diferencias salariales generan muchas envidias. Uh. Imaginen eso en México. La envidia se convertiría en rabia.