Donald Trump se quedará en la presidencia del país más poderoso del mundo. Si bien es el tercer presidente norteamericano que sufre un juicio político por su actuación -los otros dos fueron Bill Clinton en 1998 y Andrew Johnson en 1868-, la estructura del sistema político del país será su salvavidas. La Cámara de Diputados lo juzgó y lo declaró culpable de abuso de poder y obstrucción de la justicia, pero la mayoría republicana del Senado lo va a exonerar y mantener a salvo.

Sin embargo, lo más interesante del caso no está en el desarrollo casi natural del juicio político, sino si las abolladuras que ha sufrido Trump serán suficientes para que pierda las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre. Y eso depende de varios factores.

Primero, del apoyo que le brinden a Trump tanto los militantes del Partido Republicano como el de los votantes que lo eligieron en 2016, muchos de los cuales se han arrepentido a destiempo. Segundo, de quién resulte ser el candidato presidencial de los demócratas, entre los cuales sobresalen Joe Biden, Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Y tercero, de la serenidad o las nuevas tropelías y disparates que Trump vaya a realizar en los 10 meses que le quedarán, por lo menos, al frente de la Casa Blanca.

Mientras los demócratas ya se frotan las manos, el mundo se prepara para una nueva etapa de racismo, xenofobia, proteccionismo y protagonismo. Trump seguirá llenando los noticieros con su figura bélica.