El servicio de Uber ofrece una forma de transporte privado parecido al servicio de los taxis, pero con una calidad superior que la empresa denomina “calidad de 5 estrellas”. Montado sobre una plataforma tecnológica a la que se accede a través de la red de telefonía celular, Uber ofrece un automóvil que pasa al lugar donde el usuario lo solicita con un periodo de espera realmente corto. El usuario puede ver en la aplicación de su celular cómo se va acercando la unidad que lo atenderá. ¡Primer mundo!
Desde su aparición en México este servicio de transporte produjo polémica pues competía, en condiciones muy ventajosas, con la flotilla tradicional de taxis a quien le arrebataba clientela. Hubo quienes se treparon a la plataforma de inmediato porque conocían la experiencia en otras grandes ciudades como Nueva York o Londres y sabían que constituía una oportunidad mejorada al servicio tradicional de taxis porque las tarifas eran, además, muchísimo más bajas.
La población objetivo del servicio es la clase media típica y media alta (poseedoras de tarjetas de crédito) para quienes, circular en Uber, llegó a ser un asunto, incluso, de estatus. El “modelo de negocio” fue elogiado por muchos y para algunos, constituyó, en épocas de desempleo, una alternativa para hacerse de recursos.
En un extremo del negocio está Uber, la empresa que aporta la plataforma y gana el 25% de lo que cobran sus “socios” (así les llama a quienes invierten en la adquisición de autos para manejarlos o dárselos a trabajar a un chofer). En el otro extremo, están los usuarios, quienes por tarifas realmente bajas (salvo en las escasas horas en que aplican las “tarifas dinámicas” que se pueden sortear teniendo un poquito de paciencia), obtienen un servicio de primer mundo. En medio están los «conductores» como les llama Uber. Los choferes empleados o autoempleados quienes para obtener algo de utilidad, deben trabajar jornadas hasta de 14 horas, mantener los vehículos impecables, absorber el desgaste del coche, pagar la gasolina y además, poner muy buena cara pues la empresa cuenta con un sistema de evaluación mediante el cual los clientes califican a los choferes en una escala con entre una y cinco estrellas. ¡Genial!
Lamentablemente para Uber y quizá para su clientela, estos de en medio ya empezaron a quejarse y parece que con razón.