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Siguiente parada: Irán

Después de medir fuerzas contra Siria y Corea del Norte, el próximo rival puesto en la mira de Donald Trump es Irán. Eso es lo que se infiere de las últimas declaraciones de Rex Tillerson, el Secretario de Estado de la Casa Blanca, quien dijo: «Hoy me gustaría señalar las provocaciones alarmantes de Irán, que exportan terror y violencia, desestabilizando a más de una nación cada vez que aparecen».

Desde los meses de su campaña, Trump invariablemente señaló a Irán como uno de los enemigos a vencer. Era, a su entender, una especie de aliado de Barack Obama. De ahí su animadversión por la firma del convenio para limitar el poderío atómico de Irán, y su vehemente deseo de terminar con él. Para Trump, Irán no es más que un animador del terrorismo internacional a través de sus brazos armados como Hezbollah, Al Qaeda y el Estado Islámico. Y ayer, en una rueda de prensa -y sin venir al caso-, declaró que “Irán no respeta el espíritu del acuerdo nuclear y debe hacerlo”.

Paradójicamente, en Irán las fuerzas más radicales -las que podrían iniciar una guerra santa contra los países de occidente- están perdiendo terreno. Eso lo demuestra el veto impuesto al viejo líder Mahmoud Ahmadinejad, para ser presidente en las elecciones del próximo mes. Este personaje, quien fuera presidente del país de 2005 a 2013, tenía una plataforma ideológica que buscaba la destrucción del Estado de Israel, pretendía devolver golpe por golpe a los enemigos del Islam, e inició la carrera por desarrollar la industria nuclear del país. Ahora, por voluntad de los 12 miembros del Consejo de Guardianes de la nación -una cúpula que domina la vida política del país-, Mahmoud Ahmadinejad ya no podrá contender por la presidencia. En Irán el voto es universal, secreto y directo, pero por los candidatos que designa el Consejo de Guardianes. Su función es semejante -salvando todas las distancias- a la del Colegio Electoral de Estados Unidos, que debía aprobar o vetar al candidato elegido por los estados, tal y como lo idearon los padres fundadores de la democracia norteamericana. En Estados Unidos, ya se vio, ese papel es inoperante. En Irán, con un proceso a la inversa -el Consejo propone a los candidatos-, la historia de los últimos años indica que sí funciona.

Lo que haga Donald Trump en los próximos días tendrá influencia en las elecciones de Irán. Y dependiendo de su talante y sus dimensiones, podría influir en el mundo entero.

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