El año nuevo es motivo de fiesta. Es el día de la esperanza en el futuro. Fiestas familiares, cena con pavo, apertura de botellas de champaña. Y si se tienen niños en la familia, el premio mayor es un viaje a Disneyland. Un viaje a la casa de Mickey Mouse, con todos sus juegos y diversiones incluidos.
Por eso llamó mucho la atención el hecho de que una mujer saltara de un ferry en la Laguna de los Siete Mares en el Mundo de Walt Disney en Orlando, uno de los lugares de ensueño para los niños de todas las edades. Aparentemente, se trató de un intento de suicidio.
¿Quién quiere suicidarse en el interior de la casa de Mickey Mouse? La mujer tiene 56 años, y las autoridades del parque de diversiones no quieren dar información sobre el evento. Eso produce, como se dice, mala prensa. Es decir, se trata de una noticia que da mala fama, quita recursos a la diversión, empaña el año nuevo y la felicidad de visitar Disneyland.
Sin embargo, ni todos los parques de diversión para infantes pueden borrar con una visita -o muchas- los motivos que arrojan a los hombres y las mujeres a tratar de quitarse la vida. El suicidio es la parada terminal de los sueños incumplidos, la impotencia de llevar una vida plena, la insatisfacción de las pasiones ocultas, los amores traicionados, el extremo final de autocastigo, el amor inconfesado a la muerte.
Un intento de suicidio en Disneyland no es la excepción al entorno feliz rodeado por Mickey Mouse y sus amigos. Es un recordatorio de las complejidades de la condición humana.
(Con información de la revista TIME)