En México el tráfico de armas está prohibido, pero en Estados Unidos no lo está. Mientras eso no se regule, la seguridad en México y en Estados Unidos seguirá pendiendo de un hilo muy delgado. Entre 2007 y 2019, se confiscaron más de 164.000 armas de fuego a delincuentes en México y su origen se encontró en armerías y fábricas estadounidenses.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México estima que más de 2.5 millones de armas han cruzado la frontera sur de Estados Unidos en la última década. En ese periodo, México ha sido asolado por la violencia que aterra a las comunidades y sofoca el crecimiento de la nación. Ni siquiera la pandemia pudo contener la tasa de homicidios del país: el año pasado se registraron más de 34,000 asesinatos.
El mercado negro de las armas está entrelazado con el narcotráfico, como dos plantas venenosas que se enredan una con la otra. En el juicio llevado a cabo en Nueva York contra el Chapo Joaquín Guzmán Loera en 2019, la fiscal Andrea Goldberg describió cómo el capo de la droga traficaba toneladas de cocaína, metanfetaminas y heroína hacia el norte para luego trasladar camiones llenos de rifles hacia el sur.
Por increíble que parezca, no existe una ley federal que prohíba específicamente el tráfico de armas de fuego en Estados Unidos. Cualquiera puede tener una pistola, y cualquiera la puede vender.
La libertad de poseer armas en Estados Unidos se considera una libertad fundamental, tal y como lo es la libertad de expresión. Eso no cambiará. De manera que el flujo de armas hacia el sur del Río Bravo seguirá su curso indefinidamente, como el agua.