El año que vive sus últimos momentos no fue un buen año para la humanidad. La aparición del coronavirus produjo una cantidad de infecciones y muertes como no se habían visto en décadas. Los encierros forzosos provocaron el estancamiento de las economías, las relaciones entre las naciones se hicieron más tensas y difíciles, y lo que se había avanzado en términos de globalización del mundo entró en un túnel del que no se le veía el fin.
Estados Unidos, la nación líder en muchos sentidos, se convirtió en el foco central que irradiaba la pandemia, y la política de su presidente fue la más errática para enfrentar la gravedad del momento.
El año de 2021 se va a iniciar con señales promisorias. Ya existen varias vacunas contra el coronavirus, y su aplicación está en marcha en Estados Unidos, México y otros lugares. Lo más lógico es que en el primer semestre del año se observe una disminución de los contagios y las muertes por el virus. Y con el control de la pandemia, las relaciones entre las naciones serán mucho más tersas.
Otra buena noticia es que Donald Trump ya no estará gobernando en la Casa Blanca. Se acabó no solamente la cerrazón para combatir la pandemia, sino también la xenofobia contra los países árabes, el proteccionismo a destiempo, el racismo en todos los frentes y el favoritismo hacia el poder del dinero. El programa de John Biden, el presidente entrante, será de apertura hacia el mundo, la inclusión de los que quedaban afuera, el impulso a la libertad en todos los órdenes, la igualdad y el respeto entre los hombres.
El fin de Trump y el coronavirus permiten predecir una nueva era de paz y salud entre los pueblos y las naciones. Bienvenido el 2021.