El unicornio era un salvavidas. Un juguete inflable de los que utilizan los niños para flotar, de preferencia, en las albercas caseras. El padre de la niña -una pequeña de tres años de edad- tuvo la mala idea de probarlo con su hija entre las olas del mar, y en cuestión de segundos la resaca se llevó al unicornio con su hija mar adentro. Algunos testigos  empezaron a nadar hacia la niña. Otros lo hicieron en lanchas. Todo fue inútil. Los padres perdieron de vista a la niña con su juguete.

La escena tuvo lugar en Antirrio, al sur de Grecia, y lo que parecía una desgracia tuvo un final feliz en manos del destino. La niña se fue flotando mar adentro durante 20 minutos. Su sentido de sobrevivencia la hizo aferrarse al cuello del unicornio, que era más grande que ella. Entonces Grigoris Karnesis, el capitán de un barco que fue notificado del evento por las autoridades, tuvo que maniobrar con su embarcación -un ferry de 100 metros de eslora con capacidad para llevar 100 automóviles y 500 pasajeros- para llegar hasta donde se encontraba la niña.

El capitán se aproximó con lentitud a ella, bajó la plataforma para subir a los autos, y su hermano -el mecánico del barco- la rescató de las aguas.. «Estaba congelada y en estado de shock», fue lo primero que dijo.

Algunos medios culparon a los padres.

Kyriakos Mitsotakis, el primer ministro griego, llamó por teléfono para felicitar a la tripulación..

«Al día siguiente, todos nos sentimos orgullosos», dijo el mecánico del ferry que rescató a la niña.