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Vámonos de aquí

La vida en la Tierra se ha puesto muy dura. Difícil. Violenta. Desde el ascenso de Donald Trump a la Casa Blanca, los indicios de una violencia planetaria inundan las noticias de cada día. El terrorismo se ha adueñado de las calles y los barrios de Europa, y es muy probable que haga lo mismo con Estados Unidos. En México y en Centroamérica, la violencia del narcotráfico y los grupos cavernarios de los mara salvatruchas se extiende en las calles de San Pedro Sula, Culiacán, San Salvador y Matamoros. En América del Sur, la violencia se desparrama por las favelas de Río de Janeiro. Venezuela está al borde de una guerra civil. Y en los países árabes, nadie sabe donde va a surgir el siguiente bombardeo. Rusia y Estados Unidos tienen una fuerza aérea que puede aparecer en cualquier momento. La flagelada ciudad de Aleppo es tierra de nadie. En Siria, Irak y Afganistán, los bombazos arteros pueden suceder en cualquier puesto de policía, en cualquier hotel , en cualquier callejuela.

Todo eso, fruto de la invención humana, no basta para recordarnos que el desarrollo insustentable ha desbordado las aguas y el aire con una contaminación galopante, que las zonas verdes están desapareciendo, y que la Tierra se está calentando. El cambio climático está destruyendo glaciares, agudizando sequías, provocando huracanes más violentos. Y todavía quedan ignorantes que niegan su existencia. Algunos muy poderosos.

Mejor vámonos de aquí. La NASA lanzó un telescopio muy poderoso al espacio hace 8 años, con el fin de explorar planetas semejantes al nuestro. El telescopio, llamado Kepler en honor del astrónomo alemán que estudió el espacio en el siglo XVII, está enviando sus hallazgos más importantes. Después de rastrear un grupo de 219 planetas en una zona específica del universo llamada Golidlocks -que se refiere a la distancia que guarda la Tierra en relación al sol-, ha encontrado que hay 10 planetas semejantes al nuestro, con un tamaño similar y las mismas temperaturas. Ahí podría haber agua. Y al haber agua, podría haber vida.

Los planetas encontrados se encuentran bastante lejos, tardaríamos muchísimos años luz en llagar a sus contornos, pero su existencia representa un hallazgo que podría modificar para siempre nuestra visión del universo. Sobre todo, el papel que tenemos como planeta capital de la galaxia. No somos el ombligo del cosmos. Podríamos habitar en viviendas vecinas. Estamos a la vera de descubrimientos muy importantes. Vivimos en una era que apenas es un parpadeo de las estrellas. Poco tiempo después del descubrimiento de que la Tierra es esférica, y que gira alrededor del sol.

Es una alternativa interesante. Colonizar planetas lejanos, después de haber destruido el que tenemos. Irnos a la oscuridad del universo como expiación por haber liquidado lo que teníamos. Es verdad, algunos se quedarían. Aunque la gente que quiere aún salvar a La Tierra está cada vez más en minoría.

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