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Votar entre balas

Las elecciones para los asientos del Capitolio en Estados Unidos se han impregnado de un clima polarizado y violento. Por una parte, los envíos de sobres explosivos a Barack Obama, Hillary Cinton, Joe Biden, George Soros, Robert De Niro y algunos miembros destacados del Partido Demócrata, y por otra parte la matanza de 11 personas adentro de una sinagoga en Pittsburgh, han puesto junto a las urnas electorales la discusión sobre quién es el autor de las amenazas, los agravios, la difusión del odio contra los otros y los deseos de venganza que se extienden por todos los rincones de la nación más poderosa del orbe.

Si atendemos exclusivamente a los autores de los atentados, tendríamos solo un fragmento de las causas para comprender lo que sucede. Pero es algo. El autor de las bombas, un hombre de 56 años llamado Cesar Sayoc, es un republicano recalcitrante, seguidor fiel de las palabras de Donald Trump, que tiene un largo historial de delitos y deudas, que amenazó hace unos años a un agente de la compañía de luz de Florida y a la compañía entera con un atentado que sería, en sus propias palabras, «mucho peor que el de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001», y que antes de enviar la serie de bombas se desempeñaba como un repartidor de pizzas, con una camioneta llena de imágenes de manequíes a los que había decapitado.

El autor de la matanza en la sinagoga, por su parte, es un hombre de 46 años llamado Robert Bowers, un antisemita que sigue las enseñanzas y las consignas clásicas del nazismo, un cliente asiduo de las tiendas distribuidoras de armamentos y un seguidor de una página web que difunde mensajes xenófobos y racistas. En su perfil, Bowers presenta como fondo un horno candente como el utilizado por los nazis para la cremación de los judíos. Además, critica al presidente Trump por haber aceptado a un yerno judío.

Esos personajes, a su modo, inciden directamente en la atmósfera electoral de los próximos días. Para muchos analistas, el atizador de la violencia es el discurso del propio Donald Trump, quien inició su campaña atacando virulentamente a los mexicanos, los árabes y en general a los extranjeros. Y el cual, ya siendo presidente, se comportó muy permisible ante los crímenes de los supremacistas blancos -en las marchas de Charlottesville, por ejemplo- y las manifestaciones de odio hacia el Islam.

Trump, por su parte, afirma que la violencia es culpa de las noticias falsas de la prensa. Que sus enemigos, desde The New York Times y The Washington Post hasta las cadenas ABC, CBS y NBC se han dedicado a azuzar a los marchistas violentos en su contra, y que todos los atentados llevan en el fondo la firma de las noticias falsas. Aunque uno de los destinatarios de las bombas haya sido, precisamente, la prestigiosa cadena CNN.

La mayoría de los ciudadanos, a pesar de esta atmósfera tan viciada, esperan que los votos detengan las balas. Una apuesta improbable.

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