El ataque a Ucrania por parte de las fuerzas rusas ha dejado al mundo pasmado. Para muchos políticos y jefes de Estado, el ataque era inminente. Pero nadie hizo nada. Ahora, ante las bombas que estallaron en Kiev, todos se preguntan cuáles fueron las fallas, cuáles las consecuencias, y qué sucederá en los días por venir.

Rusia dijo que destruyó los sistemas de defensa antiaérea y puso «fuera de servicio» las bases aéreas de Ucrania. Por su parte, el ejército de Ucrania afirmó que derribó cinco aviones y un helicóptero rusos en el este del país, poco después de que Moscú lanzara una ofensiva militar.

Joe Biden ha sido cauteloso como siempre, pero impuso sanciones que paralizan las inversiones y las transacciones financieras de Rusia. Mientras tanto, en Estados Unidos la última encuesta reveló que la mayoría de los norteamericanos -el 74%- considera que su país no debería involucrarse en los hechos de Ucrania. En Europa, los líderes del Grupo de los Siete condenaron el ataque de Rusia. Las bolsas de los principales centros financieros se fueron a pique. El precio del petróleo inició una carrera ascendente. Y la cercanía de Chernóbil, al norte de Kiev -donde hubo un accidente nuclear en 1986- ha levantado voces de alarma en los cinco continentes.

Biden también levantó la voz para señalar al culpable de esta nueva asonada guerrera: en su respuesta al ataque señaló varias veces al presiente de Rusia, Vladimir Putin.

Esto puede ser un regreso a la Guerra Fría.

O peor: el inicio de una guerra regional.