El tren maya es un proyecto que ha surgido politizado desde su inicio. Y la discusión ha girado en torno a las personalidades que lo aprueban o lo rechazan. Por una parte, el proyecto se ha convertido en una bandera del presidente López Obrador. Y por la otra, su rechazo es un común denominador de la oposición.

En el fondo, la discusión trata el añejo tema de la lucha del progreso contra la naturaleza, y la posibilidad de la existencia de un desarrollo sustentable.

Ayer el juez primero de distrito de Yucatán, Adrián Novelo Pérez, dictó una suspensión definitiva para el tramo 5 del Tren Maya. Esta parte del proyecto no tiene Manifestación de Impacto Ambiental, la cual, por ley, el constructor debe someter a la autoridad ambiental, que debe aprobarla antes de la ejecución de una obra.

El gobierno ha declarado que la obra proseguirá pese a la suspensión. Fonatur dio a conocer el mismo 30 de mayo un comunicado titulado: «Continuará obra del Tren Maya para orgullo del pueblo de México». El documento señala que «La suspensión judicial sobre la obra del Tren Maya en el Tramo 5 Sur es ‘definitiva’ únicamente hasta que se resuelva de fondo la Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto, actualmente en trámite».

Lo mejor, más allá de las opiniones encontradas, es que el tren siga su marcha sin afectar las condiciones naturales de su entorno. Es decir, que camine hacia un desarrollo sustentable.