¿Es posible vivir del cine y evitar todos los honores de la pantalla? Parece que sí. Pero quien lo logró ha muerto.

Jean-Luc Godard (en la fotografía), una de las estrellas más brillantes del cine francés, dejó hoy de existir a la edad de 91 años. Vivía en el pequeño pueblo de Rolle, a orillas del lago Leman, en compañía de su esposa.

Godard se inmortalizó por tomas imborrables en las memorias de los cinéfilos, como Brigitte Bardot platicando desnuda en su cama, o Jean Paul Belmondo paseando con Jean Seberg en los Campos Eliáseos de París.

Godard vivió su vida fiel a sus principios. Hizo películas geniales, pero rechazó todos los premios que le otorgaron en la Academia de los Óscar, la Academia Francesa y el Festival de Cannes.

Fue el autor de una frase inmortal para el cine: «El cine no escapa al paso del tiempo -dijo con su semblante serio de siempre-; el cine es el paso del tiempo.»

Emmanuel Macron, actual presidente de Francia, habló de Godard con lucidez: «Fue como una aparición en el cine francés. Luego se convirtió en un maestro. Jean-Luc Godard, el más iconoclasta de los cineastas de la Nouvelle Vague, había inventado un arte resueltamente moderno, intensamente libre. Perdemos un tesoro nacional, una mirada genial».