Ser presidente municipal en México es jugarse el pellejo. Sobre todo en los estados donde el narcotráfico ha sentado sus dominios, básicamente en Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas.
En Guerrero el presidente municipal de Iguala cobró relevancia internacional por su participación en la matanza de los estudiantes de Ayotzinapa, y ahora se encuentra tras las rejas.
Pero no todos los alcaldes tienden a formar parte de las filas del narcotráfico. Leticia Salazar, la presidenta municipal de Matamoros, Tamaulipas, salió indemne de un ataque reciente, perpetrado por un grupo de narcotraficantes armados a su camioneta. Hasta la fecha hay cuatro detenidos, que declararon que el ataque fue debido a una confusión, ya que pensaron que se trataba de un convoy de las bandas rivales y no su camioneta blindada con sus escoltas.
La presidenta es una joven de 37 años, militante del PAN, que desde su campaña le declaró la guerra al narcotráfico. Hace unos meses, ante la imposibilidad de enfrentarlo sola, solicitó el apoyo de la federación, y el Secretario de Gobernación realizó un evento en la localidad para reforzarla.
Por eso el ataque seguramente fue contra ella.