El tema de los derechos humanos ha sido uno de los pretextos más socorridos por parte de los diferentes gobiernos de Estados Unidos para mantener a Cuba con un bloqueo económico y aislada del mundo.
Pero ahora, a raíz del acercamiento de la Casa Blanca hacia La Habana promovido por el presidente Obama, uno de los pasos para establecer relaciones diplomáticas normales es discutir el tema de los derechos humanos… en Cuba, por supuesto.
La primera reunión de esta índole se desarrolla el día de hoy en Washington, con autoridades del más alto nivel de ambas naciones, y con declaraciones defensivas mutuas. «Cuba espera que el diálogo se desarrolle en un entorno profesional y de respeto, sobre bases recíprocas, sin condicionamientos ni trato discriminatorio y en pleno respeto a la igualdad soberana, la independencia y la no injerencia en los asuntos internos de las partes», señaló la cancillería cubana en un breve comunicado.
Y es lógico, porque mientras para las autoridades norteamericanas los derechos humanos en Cuba son pisoteados a diario por la falta de libertad de expresión, la prohibición de la libre empresa, la ausencia de partidos políticos independientes y la persecusión a las minorías, pocos señalan que en Estados Unidos los derechos humanos tampoco están a salvo, ya que el racismo, la discriminación hacia lo otro, la fobia desatada recientemente contra el Islam y el espionaje y las torturas reveladas por parte de los aparatos de seguridad tampoco dibujan un panorama de respeto irrestricto a los derechos humanos.
Ambos países tienen, en efecto, mucho que platicar.