Al revés de lo que podría pensarse, Donald Tump no es una figura popular en su natal Nueva York. Tiene una torre en la Quinta Avenida, el centro comercial donde vive, pero no tiene una influencia mayor en el barrio, y su interés político nunca ha sido ser diputado o senador por la Gran Manzana. Tampoco ha aspirado a la gubernatura.

De las 500 empresas que posee, ninguna está fincada ni tiene raíces en Nueva York. Tiene hoteles en Palm Beach, Florida; campos de golf en Irlanda y Escocia; condominios en San Francisco, California. También ha incursionado en la producción de vodka y bebidas energéticas en Israel y vinos en Virginia.

De manera que cuando declara que puede matar a un hombre en la Quinta Avenida y la gente seguiría votando por él, tal vez se refiera al resto de sus simpatizantes en Estados Unidos. En Nueva York, seguramente acabaría en la cárcel.