No todos son como Bill Gates o Carlos Slim, que se preocupan por el prójimo. El hombre más rico de Arabia Saudita, el príncipe Al Waleed, es dueño de un amplia colección de autos de lujo, que incluyen un Rolls Royce Phantom -que tiene un valor de casi 500 mil dólares-, un Mercedes Benz SL 600 con diamantes incrustados que alcanza un valor de 48 millones de dólares, y varios autos deportivos para los fines de semana.
El palacio donde duerme tiene fragancias europeas. Semanalmente encarga flores frescas traídas desde Holanda para adornar su domicilio de 42 habitaciones. En la cocina, los mejores chefs del mundo preparan platillos de los cinco continentes, pero el príncipe prefiere siempre el camello asado. Además de sus bienes raíces en Arabia Saudita, el príncipe posee el Hotel George V en París -que adquirió por la cantidad de 175 millones de dólares- y al cual le ha invertido 125 millones más en remodelaciones. También posee acciones en diversos hoteles de 5 estrellas alrededor del mundo.
Su esposa, la princesa Ameerah, ostenta la más costosa privada colección de joyas. Es la envidia de la Corona Inglesa. Se calcula que el valor de la joyería que resguarda, supera los 700 millones de dólares. La millonaria pareja ha comentado un par de ocasiones que la mayoría de esas joyas jamás las han usado.
El hombre es el heredero de una fortuna. Nieto del primer rey de Arabia Saudita Abdul-Aziz Alsaud, debe su fortuna también al petróleo de su país. Con ello pudo fundar la empresa Kingdom Holding Company para después volverse socio en General Motors, Apple, Twitter, entre muchas otras.
Entre sus gustos, no incluye la filantropía.
(Con información de Excélsior)