Ante la miríada de candidaturas independientes que despuntan en el horizonte de las elecciones de 2018, destaca la de la organización Ahora, cuyo candidato presidencial sería Emilio Álvarez Icaza. Se trata de un personaje singular, cuya principal característica es el compromiso desinteresado, ajeno al narcisismo incandescente, la ambición irrefrenable por el poder, los manejos febriles por el dinero y las componendas para llegar a la cima. Para decirlo en otras palabras, no se trata de Jorge Castañeda, ni López Obrador, ni Pedro Ferriz de Con, ni de El Bronco.
La figura de Emilio Álvarez Icaza representa una bandera: la defensa de los derechos humanos. Fue el Secretario General de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA desde 2012 hasta 2016, y anteriormente había sido el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal de 2001 al 2009. Durante ésta última gestión, llevó un combate frontal contra la explotación infantil en la Ciudad de México, luchó por sanear los centros penitenciarios, denunció los abusos policíacos en los operativos contra jóvenes y combatió la discriminación en todas sus formas.
La plataforma política de Ahora es un listado embrionario de buenos deseos: acabar con el imperio de los políticos tradicionales, romper el poder de los monopolios, erradicar la corrupción y los privilegios, lograr un presupuesto redistributivo, fortalecer la pequeña y mediana empresa, implantar la prevención comunitaria contra el delito y colocar a la ciencia, la cultura y el arte como la columna vertebral del desarrollo.
Ahora esta emparentada en sus orígenes y composición con el movimiento Podemos de España. Ambos surgieron como respuesta del hartazgo de la población hacia los políticos rutinarios y oxidados de sus respectivos países. Ambos se nutrieron de las movilizaciones estudiantiles, y ambos tienen liderazgos académicos. Ambos, finalmente, fueron tachados de divisionistas de los movimientos tradicionales de izquierda (el PSOE en España y el caudillismo de López Obrador en México).
Pero México no es España. Después de librar una batalla encarnizada contra los partidos españoles, hoy Podemos es un nuevo partido. El caso de Ahora es diferente. Un puñado de intelectuales ligados a las letras y las universidades -Javier Sicilia, Carlos Brito- está impulsando una organización celular para alcanzar 80 mil adeptos en septiembre de este año, y emprender la lucha para lanzar al ombudsman como candidato a la presidencia. Es un caso singular. Al no tratarse de protagonismos, lo que pretenden es la difusión de un nuevo programa para cambiar a México. Y no para el siglo que viene. Como fieles seguidores de la utopía, lo quieren Ahora.
El tiempo lo dirá, pero lo más probable es que Ahora, al igual que Podemos, no llegue a la presidencia de la República.
Sin embargo, el movimiento es una semilla.