El robo al combustible de PEMEX se conoce como «ordeña». Es un eufemismo para ocultar un sistema de corrupción que involucra a decenas de trabajadores de la paraestatal, y que beneficia a los principales grupos del narcotráfico. Estas bandas han comprado -y convertido en dobles asalariados- por lo menos a más de 130 trabajadores en los últimos diez años. Son choferes, vigilantes, operadores de bombeo, ingenieros de operación y celadores que ante las amenazas y los pagos han ayudado a detectar los oleoductos, colocarles válvulas y llaves de paso, y conducir el combustible hacia los camiones cisterna del crimen organizado.
¿La legalización de la mariguana en Estados Unidos ha golpeado al narcotráfico en México? Es posible, pero los cárteles tienen muchas fuentes de ingresos. Hace tres años, se calculó que la llamada ordeña de hidrocarburos representó más de 19 mil millones de pesos, una suma que superaba el presupuesto de la propia Secretaría de Energía.
La ordeña tiene una infraestructura de 14 mil kilómetros de oleoductos. Las principales tomas clandestinas se encuentran en Tamaulipas, Guanajuato, Puebla, Sinaloa y Nuevo León. Algunas de las entidades más dañadas por el narcotráfico.