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Libertad de matar

Cuando en el Capitolio se discutía el tema de que no bastan las revisiones de los perfiles de compradores de armas para detener las matanzas que se escenifican constantemente en Estados Unidos, una nueva carnicería tuvo lugar en otra escuela. En esta ocasión le tocó al colegio Marjory Stoneman Douglas en el poblado de Parkland, en Florida, ubicado a una hora de camino al noreste de Miami.

Murieron 17 personas, entre estudiantes y adultos. Una docena dentro de la escuela, dos personas afuera del edificio escolar, otra sobre la calle y dos más en un hospital.  El sospechoso se llama Nikolas Cruz, un exalumno de 19 años que está siendo investigado por las autoridades. El arma asesina es un rifle semiautomático AR-15 de asalto. Uno de esos rifles que se pueden adquirir en cualquier armería.

La causa de la masacre es predecible. Otro joven ahogado en problemas, rechazado por su familia y sus amigos, decide cobrar venganza matando a todos lo que se encuentre. Si es de la propia escuela, mejor. El patrón se repite constantemente. El joven había sido expulsado de la escuela por su conducta. Había amenazado a varios alumnos. En su Facebook, hacía ostentación de sus armas. rifles, pistolas, cuchillos. Todo lo había adquirido de manera fácil.

Pero el problema no es la laxitud de las revisiones al comprar armas, ni la oferta de rifles de asalto al comprador común y corriente, sino el tráfico de armas en sí mismo. La respuesta debe ser simple: cerrar todas las armerías, prohibir la venta de armas. Pero esto en Estados Unidos es muy difícil. Es una sociedad acostumbrada a proteger su seguridad con pistolas y rifles, y un mercado económicamente muy redituable. Los fabricantes y vendedores de armas no darán su brazo a torcer.

Frente a este problema, no hay remedios a medias. Mientras la venta de armas continúe abierta al público, la libertad de matar seguirá por las calles.

(Fotografia de The New York Times)

 

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