Los desaparecidos en México suman más de 36 mil personas en la última década. Es una cifra escandalosa, que hace pensar a varios analistas que México es una nación en guerra. Esto es así tomando en cuenta el número de homicidios por cada 100 mil habitantes, una cifra que ubica a nuestro país al lado de países intervenidos y hundidos en conflictos armados, como Siria, Irán y Afganistán.
Uno entre miles de casos de desaparecidos es el de tres jóvenes cineastas de Jalisco, que desaparecieron en Tonalá el 19 de marzo del presente año, y cuyas investigaciones para encontrarlos han quedado en el limbo de las pesquisas.
Ese día los tres estudiantes salieron de sus domicilios para desarrollar un cortometraje en la casa de la tía de uno de ellos, y al terminar la grabación fueron interceptados por un grupo de hombres armados a bordo de dos camionetas. El 23 de abril las autoridades informaron que la casa en cuestión era utilizada como casa de seguridad por el llamado Cártel Nueva Plaza, rival del Cártel Jalisco Nueva Generación, por lo que los miembros de la última agrupación los detuvieron, los torturaron y disolvieron sus cuerpos en ácido.
Los padres de los estudiantes desaparecidos sostienen que los objetos con los que supuestamente fueron torturados y asesinados no contienen pruebas del ADN de sus hijos, ni los tambos en los que presuntamente fueron disueltos los cuerpos.
Ante tal situación, el Comité contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas activó el procedimiento de acción urgente después de recibir un informe de los padres de los desaparecidos. Es la primera vez que un organismo internacional solicita la intervención del nuevo gobierno de México para esclarecer una de las miles de desapariciones. Durante los últimos días de su campaña, el presidente sostuvo que aceptaría la intervención de los organismos internacionales para resolver este tipo de casos. Es un primer paso para tratar de acabar con la impunidad.