En Afganistán ser un niño puede ser una desgracia. Desde la invasión norteamericana después del ataque a las Torres Gemelas, el gobierno talibán elige niños que pueden ir desde edades de 10 a 17 años para perpetrar sus ataques suicidas contra soldados de Estados Unidos y sus aliados. En el centro juvenil de Badam Bagh, en las afueras de Kabul, están detenidos 47 menores de edad acusados de terrorismo. Son niños considerados amenazas para la seguridad nacional de Afganistán. Todos ellos han sido acusados de plantar, cargar o tener bombas capaces de volar por los aires personas, puertas y automóviles.

La prensa internacional ha tenido acceso ocasional a la prisión para infantes. Y como era de esperarse, los reportes son confusos. Todos los entrevistados se dicen inocentes. Y todas las autoridades afirman que son niños adoctrinados por los talibanes. Un niño de 14 años llamado Muslim, quien proviene de la provincia de Kunar en el este de Afganistán, dijo a la prensa que fue reclutado a la fuerza por los talibanes. “No soy un atacante suicida”, señaló. “Los talibanes me obligaron a luchar en su nombre”.

Todos los reclusos son sobrevivientes. La gran mayoría de los niños y jóvenes que han perpetrado ataques suicidas han perdido la vida en sus encomiendas. Otros han corrido con mejor suerte. Atiqullah, un joven de 16 años, activó una bomba que mató a seis personas y dejó ocho heridos. La policía dijo que sobrevivió porque la bomba explotó antes de tiempo, pero que tenía la intención de morir durante el ataque. Otro llamado Shakur, de 14 años, está lleno de heridas en la cabeza y los brazos porque una bomba que llevaba estalló de manera parcial por accidente. Otro llamado Aminullah, también de 14 años, fue detenido con una bolsa de explosivos y un celular que contenía mensajes de los talibanes, en los que lo arengaban a matar soldados y ciudadanos estadounidenses.

Los ataques suicidas con bombas son endémicos en Afganistán. En 2017, de acuerdo con informes recabados por The New York Times, hubo por lo menos 67 ataques suicidas en el país, y en ellos participaron unos 150 atacantes.

Mientras estén en prisión, según las autoridades, los niños y jóvenes no representan amenaza alguna. Pero las sentencias son cortas: entre 2 y 10 años. ¿Qué harán estas personas al salir a la calle? Para ellos, lo mejor sería el retiro total de las tropas norteamericanas de Afganistán.