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Las monjas también

¿Y las monjas? ¿No son víctimas también de abusos sexuales? Pues sí, pero es un tema al que no se le da importancia. El abuso sexual de monjas por curas y obispos católicos -así como los abortos resultantes en ocasiones- han sido ocultado durante años y relegados al olvido por otros escándalos de la Iglesia católica romana.

Pero esta semana, el Papa Francisco reconoció públicamente el problema por primera vez. Y la revista Mujeres Iglesia Mundo, que se distribuye con el periódico del Vaticano, contiene un artículo incandescente sobre el tema. Su autora, Lucetta Scaraffia, arenga en su texto a las religiosas a hablar sobre los abusos. Parece que el hashtag #MeToo ha llegado a todas las sacristías.

El asunto no es nuevo, y el mundo religioso está plagado de anécdotas sobre el tema. Al parecer, el Papa Benedicto trató de hacer algo al respecto, pero sus esfuerzos fueron débiles y no fructificaron. En términos generales, los abusos sexuales de los curas hacia las monjas reproducen los patrones de la pedofilia rampante en muchos templos, y ocurren sobre todo en países y regiones pobres. En África y la India, principalmente. Ahí las monjas tienen una relación de subordinación absoluta hacia los sacerdotes, y tienden a cumplir todos sus deseos. Todos. Por eso, en un resbalón lingüístico, el Papa Francisco habló de esclavitud sexual. ¡Uups! El vocero del Vaticano salió a decir que el Papa no quiso decir eso.

Cuando no interviene la prensa, no hay mayor problema. Mientras el señor cura decide meter a alguna hermana a su pobre catre y todo se mantiene en secreto, no sucede nada. Pero si el destino misericordioso decide preñar a monjita, ahí empiezan los problemas. El cura opta por la solución más expedita: el aborto. No importa que eso vaya contra los cánones de la Santa Madre Iglesia.

Si empieza a haber ruido sobre los abusos, la institución se inclina por la salida que más le ha dado resultados en casos semejantes: transferir de parroquia a los culpables. Y las víctimas, a callar.

Todo esto puede cambiar con la declaración condenatoria del Papa Francisco, la proximidad del Congreso de Obispos el próximo mes en el Vaticano, y la publicación del artículo sobre el tema. Por eso su autora exhorta a todas las monjas que han sido víctimas de abusos: no se queden calladas.

Con eso puede desatarse, al igual que en Hollywood, otra avalancha.

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