«Además de los beneficios en la salud de los habitantes, la legalización del cannabis representaría un nuevo motor de la economía que sería fundamental para el país». El que habla es Erick Ponce, un joven empresario mexicano que se encuentra al frente de ICAN México, una agrupación de 25 empresas nacionales e internacionales que buscan impulsar el conocimiento y la legalización del cannabis en nuestro país.

«Las cifras son impresionantes, pero los beneficios son superiores», nos dice. Y  es cierto. En 2017, la industria del cannabis arrojó un saldo de 8 mil millones de dólares en ventas en Estados Unidos, Solo en California, este año, las ventas superan ya los 3 mil millones de dólares. Es decir, cerca de 60 mil millones de pesos. «Pero no solo es eso -señala Erick-, la legalización permitiría la liberación de miles de campesinos pobres que laboran en los terrenos del crimen organizado, y ampliaría la esfera de las libertades individuales en México. Se acabaría esa práctica injusta de encarcelar a los jóvenes por la simple posesión de unos cuantos gramos de cannabis.»

México es el segundo productor ilegal de cannabis después de Marruecos, y podría ser el tercer país en legalizar la cannabis en América, después de Uruguay y Canadá. La geografía de México es inmejorable para el cultivo de la planta, lo cual es una ventaja comparativa que debemos aprovechar.

«Yo no sostengo que con la legalización de la cannabis se acabaría la violencia en México -señala con seriedad Erick Ponce-, pero sí se modificarían las condiciones actuales. El crimen organizado tomó el cultivo del cannabis como una plataforma de lanzamiento para una gran parte de sus actividades ilícitas, y si deja de contar con ello la violencia circundante tendría que modificarse.

En el actual gobierno, así como entre los legisladores, hay voces que se pronuncian por la legalización. Parece que todo es cosa de tiempo.