Si hay un barril sin fondo en la pandemia del coronavirus, ese barril es el desempleo. En abril, en Estados Unidos, el desempleo alcanzó una tasa de 14.7%, la mayor desde la llamada Gran Depresión de 1929. Más de 20 millones de empleos se esfumaron. Eso significa que todos los empleos que se ganaron durante la recuperación económica de 11 años de crecimiento, se perdieron en un mes.

Desde otro punto de vista, los estadounidenses que han conservado su empleo representan solo el 51.3% de la fuerza de trabajo en el país. Aunado a eso, los trabajadores han reducido sus horas de trabajo, sus salarios y su poder de compra.

La revista TIME ha puesto en sus páginas un caso que sirve como un ejemplo dramático de lo que está sucediendo en Estados Unidos y en el mundo. Una joven trabajadora de 24 años de edad, llamada Sara Barnard de San Louis Missouri, perdió sus tres trabajos: como administradora de un céntrico bar, como mesera en otro y como comediante ocasional en diversos foros. Con la epidemia, todos esos lugares cerraron sus puertas.

Es, desgraciadamente, una tendencia mundial. En la Unión Europea, los 19 países que la componen han sufrido un desempleo del 10% de su fuerza de trabajo. Millones de trabajadores se van a la calle. Y no hay por lo pronto un remedio que les indique que regresarán a sus empleos a corto ni a mediano plazo.