Durante los primeros días del surgimiento de la pandemia en el mundo, Rusia fue uno de los países que tuvo la suerte de quedar relativamente aislado del virus, mientras que en Europa y Estados Unidos el coronavirus causó estragos por el número de contagios y las muertes ocasionadas por la pandemia. Sin embargo, ante la alerta roja provocada por el incremento de los contagios y las muertes, el gobierno del Kremlin ha dejando atrás su pasividad y se ha puesto a la cabeza de las naciones que buscan una vacuna para remediar la pandemia.
Hasta el 13 de junio del año en curso, Rusia ocupaba el tercer lugar mundial en la tabla de la epidemia, con más de 520 mil casos y más de 6,800 muertes. Es un incremento brutal en los últimos días, ya que en febrero y marzo Rusia no figuraba entre las naciones más golpeadas por la pandemia.
Pero el gobierno encabezado por Vladimir Putin no se quedó cruzado de brazos. El Kremlin acaba de anunciar que en septiembre empezará a producir grandes dosis de una nueva vacuna, cuyos ensayos clínicos se llevan a cabo con 50 militares -45 hombres y 5 mujeres- en el Centro de Investigación Científico número 48, y otros se realizan en diferentes centros de investigación similares.
La viceprimer ministra Tatiana Gólikova anunció que las pruebas clínicas se realizarán en julio, el registro oficial en agosto y la producción arrancará a toda marcha en septiembre, Si la vacuna tiene éxito, el mundo entero acabará agradecido con Rusia, y Vladimir Putin ganará puntos para poder reelegirse después de que termine su mandato en 2024.