Se sabe mucho sobre los síntomas del coronavirus. Hay una lista clínica de síntomas reconocida en muchos países, que incluye tos seca, fiebre y falta de aliento. Pero una cosa muy diferente es saber exactamente lo que se siente. Cada caso parece distinto. Unos dicen que se siente como una cruda de alcohol que resulta muy larga. Otros dicen que es como tener un yunque sobre el pecho. Otro paciente dijo que es como estar en una pelea contra Mike Tyson. En Estados Unidos, así como en México y una gran cantidad de países, miles han narrado sus experiencias. Todos coinciden en que se trata de una enfermedad aterradora y desorientadora.
Aaron M. Kinchen, quien trabaja en la industria cinematográfica, narra lo siguiente: «Me desperté con un dolor de cabeza que estaba entre los cinco peores de mi vida, como si alguien dentro de mi cabeza estuviera tratando de sacarme los ojos. Tuve fiebre de 38 grados centígrados. La fiebre pasó, y luego tuve náuseas y un sabor metálico en la boca. Tenía hambre, y luego el sabor de la comida no era nada bueno. Puse algunas cebollas en la olla para probar algo fuerte. Puse mi cara sobre la olla, pero no podía oler las cebollas. Me chorreaba la nariz, fue horrible. Eso duró un par de días.»
Ruth Backlund, una profesora de francés de 72 años de edad, dijo: «Una de mis amigas comenzó a mejorar y al final murió. Varias personas empezaron a sentirse mejor, y luego empeoraron. Entonces, nunca tienes confianza. Durante al menos un par de semanas, simplemente no confías, porque sabes que todo podría salir mal. No quiero volver a tener esto nunca más. Es una sensación horrible. Es tan rara la forma de esta enfermedad, que juras que está mutando en tu cuerpo cada día, intentando convertirse en algo más.»
Liza Maer, una ilustradora de 35 años, sostuvo que «No es como un resfriado común, donde sientes dolor de garganta y resfriado. Simplemente se va directo a tus pulmones, y sientes que los otros síntomas salen de ahí. Mi dolor de estómago era tan fuerte, que sentí que tenía apendicitis. También tuve una tos fuerte, falta de aliento y sensación de pesadez en mis pulmones. Dormía 19 horas al día, y aún así sentía no que era lo suficiente. Cuando comencé a recuperarme, perdí mi sentido del olfato y del gusto. Cuando acabó, me desperté sintiendo como si me hubiera desprendido de un peso. Se siente como si tuviera una llave para salir de la cárcel, y ahora puedo moverme afuera más libremente.»
Aunque los infectados han sido millones en todo el mundo, la experiencia de soledad no se quita sola.