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La otra cara de la moneda

Con las detenciones de Genaro García Luna y Salvador Cienfuegos en Estados Unidos quedó al desnudo el contubernio que existe entre los grupos del narcotráfico y las  autoridades del más alto nivel en México. Es un escándalo mayúsculo.

Estos casos resultan extraordinarios no sólo por los rangos y los grados de autoridad de los que gozaban los detenidos, sino por la influencia que ejercían más allá de sus colaboradores y seguidores, así como por los espacios de acción de todos ellos.

Es obvio que la corrupción de los altos mandos irriga a las instituciones de arriba hacia abajo, y por ello es necesario un saneamiento que se inicie por las cabezas de las instituciones y vaya bajando las escaleras de las estructuras limpiando de corrupción desde arriba hacia abajo, hacia los miembros que se encuentran en los escalones más bajos de las instituciones.

Sin embargo, hay que considerar también la otra cara de la moneda; es decir, a los círculos que se encuentran fuera del territorio nacional, particularmente en Estados Unidos.

Ni los secretarios de Estado actuaban solos, ni sus allegados y colaboradores eran independientes. Los cargamentos de droga han tenido y tienen destinatarios muy precisos, y las entregas de mariguana, cocaína, heroína y metanfetaminas llegan puntualmente a sus socios y consumidores que se encuentran en Estados Unidos.

Sin embargo, en casi todo el mundo, cuando se habla de la exportación de la droga y los cárteles que la administran se habla únicamente de México y los mexicanos.

No de sus socios estadounidenses.

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